Irlanda Tambascio es directora, realizadora, montadora e ilustradora. Nació en Caracas (Venezuela) en 1977. Con 10 años ella y su familia se fueron a Argentina y, dos años después, vinieron a España.
Se licenció en Imagen y Sonido por la Universidad Complutense e, incluso antes de terminar la carrera, empezó su andadura en el mundo audiovisual. Comenzó en el montaje, pero ha dirigido ya varios cortometrajes, entre los que se encuentran Atocha 70 o El Regalo , sus dos trabajos más reconocidos a nivel nacional e internacional.
Actualmente, está trabajando en su primer largometraje y es socia de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales). Debido a su amplia experiencia en diferentes ámbitos del espectro audiovisual, quisimos conocer su opinión acerca de la relación entre la mujer y la profesión a la que dedica su vida.
¿Por qué decidiste estudiar Imagen y Sonido?
Porque me daba la nota, raspada tengo que decir (risas). Dudé entre filosofía, bellas artes e imagen y sonido. Pero me gustaba mucho el cine, ya desde los 12 años quería ser directora de cine.
“No es una carrera que recomiende”
¿Cómo fue tu experiencia en esta carrera?
Fui solo los dos primeros años y luego me la saqué por libre, porque empecé a trabajar muy pronto. Ya en segundo o tercero de carrera encontré trabajo de ayudante de montaje. Yo veía que la carrera era demasiado teórica, además había muchas asignaturas que no tenían nada que ver con el cine. La verdad es que no me pareció una carrera interesante. Me gustó porque descubrí que había una sala de corte y la podías pedir. Allí aprendí sola a montar.
“La mía es una profesión donde se aprende haciendo”
Paralelamente a eso, como tenía una amiga que trabajaba haciendo cortos que conocía a otra chica que era montadora, empecé a trabajar con ella, ayudándola. O sea que encontré fuera de la carrera que la manera de aprender era la práctica.
Tardé un poco más de 5 años en sacarme la carrera. Y no es una carrera que recomiende, la verdad. No sé cómo estará ahora, pero te hablo de cuando estudié yo.
Durante tus años de estudio y estos primeros trabajos que tuviste, ¿te sentiste alguna vez incómoda por el hecho de ser mujer?
Como solamente fui dos años a la universidad, la verdad es que no. Era una época en la que yo era un poco autista tengo que decir, iba mucho a la filmoteca y demás. Fueron solo esos dos años, en general soy muy sociable.
Cuando empecé a trabajar comencé como meritoria, ayudante de montaje, siempre con una montadora muy maja, me sentí bastante arropada. Pero en algún trabajo sí que he notado cosas.
En mi primer trabajo duré dos años, ya que el resto han sido trabajos freelances, pero en este primero, que había como un equipo de gente que se conocía de hace tiempo, sí que noté hacia las chicas, quizás porque éramos muy jóvenes, actitudes machistas. Había un equipo de chicos de nuestra edad que iba como una pandilla de «machitos», y no fueron buenos compañeros. Por ejemplo, yo llegué como montadora junto con una diseñadora gráfica y tengo que reconocer que no fueron buenos con nosotras.
“Cuesta más ver a una mujer en un rol de autoridad o de líder”
En montaje, realmente, no he notado mucho más, porque hay más mujeres y es como que está más normalizado. Sí que se percibe más cuando te pasas a dirección, notas algunos comentarios condescendientes, o que te ponen en duda. O, por ejemplo, le enseñas a alguien tus nuevos cortos y, como te conocen de antes siendo montadora, te preguntan “¿por qué no te quedas en el montaje?”, y eso no se lo dirían a un chico.
Por eso creo que en el ámbito de la dirección y de la realización cuesta más. Tienes que ser un poco “el jefe” y cuesta más ver a una mujer en un rol de autoridad o de líder. En este ámbito sí que hay más reticencias. En realidad, lo he notado mucho en eso, por ejemplo, en algún corto el director de fotografía se pone chulo y sé que si hubiera sido un chico no se atrevería.
“Por lo que veo de las mujeres profesionales que hay en Venezuela, sé que también podría haber estudiado mi carrera allí”
¿Crees que el papel de la mujer se encuentra eclipsado por el del hombre en el mundo audiovisual?
Sí, todavía. En algunos lugares más que en otros. Pero está cambiando y mejorando, no cabe duda. Cada vez hay más mujeres directoras y mejores películas dirigidas por mujeres. Esto pasa en general en el arte, pero en el cine cuesta más, porque es un arte que requiere de mucho dinero, de un aparato técnico, humano y económico muy grande, entonces siempre ha habido menos mujeres. Por eso, como la mujer ha estado siempre relegada a un papel más secundario y sumiso, cuesta verla como alguien capaz de sacar adelante todo ese equipo. Y es que, ese aparato tan grande, es más de la mitad de lo que el cine supone, por eso la cosa va más lenta, es más difícil ver a la mujer en el rol de líder. A los hombres les cuesta más que una mujer les mande, que se la jefa. Por eso creo que va más lento.
“La tendencia se va rompiendo cuando los que tienen que poner el dinero le dan oportunidades a historias escritas por mujeres”
El patriarcado sigue siendo un sistema hegemónico, los que más poder y dinero tienen siguen siendo hombres. Por lógica, ellos se sienten más afines a las historias de hombres, películas escritas y dirigidas por hombres. A mí, por ejemplo, me gustaban películas que ahora lo pienso y digo “es que son muy masculinas”, como los Intocables o Uno de los nuestros. Pero claro, eso es lo que hay, lo que puedes ver es lo que ellos cuentan, con lo que ellos se identifican, así que tú lo ves como algo normal. Y esta sigue siendo la tendencia. Es muy difícil romper con ella, se va rompiendo cuando los que tienen que poner el dinero les dan oportunidades a historias escritas por mujeres. Esto va sucediendo poco a poco, porque cada vez hay más mujeres que tienen el poder de producir y eligen contar historias de mujeres.
En el fondo es todo como un sistema, y poco a poco se va normalizando. Ahora hay películas escritas y dirigidas por mujeres que a lo mejor hace 30 años eran impensables, y cuanto más se visibiliza, más se normaliza, y más se atreve la gente a producir este tipo de películas.
¿Tú te has sentido infravalorada como mujer en tu trabajo?
Sí. En unos trabajos en los que yo empecé como montadora, había cero compañerismo. Era una cosa más adolescente e infantil por parte de los chicos, en plan “vienen las chicas, nos vamos a hacer los duros.”
Me pasó con un director de fotografía, que percibí ciertas cosas. También quizás porque era mi primer corto, y era como “es una chica y es su primer corto, la pobre no sabe”, y además tú también estás más insegura, eso se ve. Seguramente, este chico luego se habrá dado cuenta de que no estuvo bien en algún momento. Pero vi claramente que ciertos comentarios que me hizo, si yo hubiera sido un chico, no se habría atrevido a hacerlos.
O también me pasó que le enseñé a un productor mi corto y me dijo “pero, ¿por qué no te quedas de montadora? ¿por qué tienes que dirigir?”
Todas estas cosas hay que vivirlas de la mejor manera, para aprender, reafirmarte y crecer.
¿Te ha resultado difícil llegar hasta donde estás ahora?
Yo he llegado a hacer lo que quería a hacer. En ese sentido, creo que la lucha más dura, pero también más bonita, es contigo misma.
Hay un mundo exterior con unas reglas, con unas tendencias, con unas realidades…y por ejemplo, en mi caso, que estoy intentando hacer un largometraje, sí que es cierto que se requiere de mucho dinero y de un aparato más grande. Pero, por ejemplo, para hacer un cortometraje, escribir un libro, un guion o un cómic, no necesitas tanto dinero, necesitas tiempo. Y creo que en estos casos la lucha es más interna que externa. También existe la externa, pero primero va la interna. Quiero decir, tú tienes que creértelo.
“Creo que es más importante que aprendamos a creérnoslo, a ocupar el lugar sin tener que dar explicaciones”
Se habla mucho del techo de cristal de las mujeres en el cine, porque no hay tantos referentes de mujeres que hayan logrado cierto reconocimiento. Por eso, se trata de una lucha más interna, de creértelo, de confiar en ti, de trazar un camino que no ha estado tan recorrido, por lo que da más vértigo. Esto puede pasar con cualquier artista o autor, pero en el caso de la mujer se da más, porque hay esa desconfianza generalizada. Siempre es como “el segundo sexo”. Por esta razón, creo que es más importante que una mujer aprenda, o que aprendamos, a creérnoslo, a ocupar el lugar sin tener que dar explicaciones, sin tener que sentirnos mal por ello. Por eso digo que primero viene esa lucha, y luego lo demás. Los obstáculos externos van a estar siempre, pero los más interesantes son los internos.
Como socia de CIMA, ¿crees que el papel de este tipo de asociaciones es importante actualmente?
Sí, totalmente. En el cine sobre todo, porque es un trabajo en equipo.
Normalmente, entre hombres, por cómo son, por su manera de relacionarse, por el tiempo que llevan trabajando en equipo, tienen una camaradería que se da de manera muy habitual. Pero esto entre mujeres no sucede, quizás porque llevamos menos tiempo en el mercado laboral. Es muy reciente que la mujer esté haciendo cine, entonces estamos aprendiendo a trabajar en equipo, porque no ha sucedido que las redes entre nosotras se formen de manera espontánea. Así que, el que haya un espacio como CIMA está muy bien, porque eso es un trabajo en equipo, y se contagian las cosas. El hecho de que tú veas que hay otras mujeres que hacen cosas, que ellas te vean a ti, es importante.
También tengo que decir que hay hombres que te ayudan y que te tratan muy bien y mujeres que no te tratan tan bien. Pero sí que es cierto que, al final, por tema de afinidad, de solidaridad, las mujeres me han ayudado más en el trabajo, y esto yo lo he hablado con más amigas. Por eso, el estar en una asociación dónde ves a otras mujeres y las conoces, te da un soporte donde tú puedes enseñar tu trabajo. Y esta red cada vez se va haciendo más sólida, así no estás en el aire, estás recogida, sobre todo en el cine, donde el asociacionismo y la visibilidad son tan importantes, porque hace falta dinero.
¿Piensas que en CIMA están alcanzado su objetivo de conseguir la igualdad de género dentro del audiovisual?
Siempre decimos en la asociación que cuando se alcance ese objetivo ya no existirá CIMA, porque ya no hará falta. Todavía queda bastante, aunque la asociación hace mucho. Poco a poco la cosa va cambiando, se van consiguiendo pequeñas cosas. Todo suma.
¿Qué le aconsejarías a una chica que quiera dedicarse a lo mismo que tú?
Creo que hay escuelas muy buenas, que yo no las he catado, donde pagas o te pueden dar beca y puedes hacer prácticas ya mismo. La mía es una profesión donde se aprende haciendo, no es teórica. Entonces, yo creo que también es muy bueno empezar con algún trabajo, como he hecho yo con el montaje.
También depende de los objetivos que tenga cada uno. En España hay trabajo, pero ya sabemos que estamos en crisis, entonces no hay tanto trabajo para tanta gente. Hay mucha gente que se va fuera y le va bien allí, eso también es una opción. Hay muchos directores que se van porque aquí es más difícil. Depende de lo que quieras. Puedes irte fuera con una beca o si te quedas puedes ir a una escuela y, sobre todo, trabajar mucho. Irás teniendo más claro lo que quieres hacer y confiando en ti.
“Esto es una carrera de fondo”
Hay que tomar los “noes”, porque hay muchos, tanto los internos como los externos. Y, después, decirles que no a esos “noes”. Y seguir, porque esto es una carrera de fondo. Es una profesión muy bonita pero dura también. En resumen, hay que seguir tu camino, confiar en ti y aprender todo lo que puedas. Si te caes te vuelves a levantar.
Gracias, Irlanda, por compartir tu experiencia e inspirarnos para creer en nosotras mismas.
María Fernández Arconada
Un comentario sobre “Irlanda Tambascio: «La lucha más dura es contigo misma»”