El cine ha creado un estereotipo de mujer que aún sigue arraigado en la sociedad y que debe ser eliminado, aunque en la actualidad se tiende a reflejar a una mujer dependiente debido al aumento del número de directoras de cine.
En las películas clásicas se pueden distinguir dos tipos de mujeres en las películas: mujeres negociables, aquellas conservadas para conservar la casta, y mujeres consumibles, que no poseen valor alguno. Por lo tanto, en las primeras se encontrarían las madres, las esposas o hermanas mientras que en las segundas, las prostitutas o “golfas”.
Molly Haskel, en uno de sus estudios, concluyó que las mujeres siempre protagonizaban “personajes débiles, románticos, sin autonomía narrativa, y que están dispuestas a abandonar sus propios anhelos por el amor de los hombres”. Este ejemplo se puede ver fácilmente en las princesas diseñadas por Disney.
Justamente es en el cine infantil, y más concretamente en el universo Disney, donde las princesas han sufrido un cambio en la mentalidad más drástico: de jóvenes dependientes de la llegada de un príncipe azul, como sería el caso de Blancanieves o La Bella Durmiente, a unas jóvenes independientes que no buscan un hombre para ser felices, como sería el caso de Brave o Frozen. Esto se puede aplicar también a los papeles de villanos, como el caso de Maléfica, donde el personaje tiene tantas capas que hace comprender al espectador el porqué de su maldad.
Como he dicho antes, los personajes femeninos siguen siendo una cuenta pendiente, sobretodo en géneros como la comedia (se asume que las mujeres no pueden hacer reír y no son graciosas) y el terror, donde se apuesta menos por un personaje femenino como protagonista.
Aun así, surgen heroínas y personajes principales tan relevantes como cualquier personaje masculino, como Sigourney Weaver en Alien (fue su personaje el que dio lugar al llamado “test de Bechdel”), Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre, Charlize Theron en Mad Max o Angelina Jollie en Lara Croft. Por lo tanto, la empresa cinematográfica se está dando cuenta del problema y buscando una solución.
Pero aún queda mucho por hacer. En pleno siglo XXI, sólo el 9% de las mujeres se dedican al cine y sigue habiendo personajes estereotipos, mayormente en las películas comerciales, que utilizan a una mujer hipersexualizada como objeto de deseo y de reclamo de audiencias.
Soledad Castilla
Women On Movies 